La Quema

La Quema

La Quema Requiere observación, y tras pasar unos segundos frente a la obra, entiendes el título y tras unos minutos, casi puedes oler a pasto quemado. Se trata de una obra singular por su técnica dado que en el tratamiento de la campiña es imposible observar pincelada alguna, ese es el enigma técnico. La composición no es sencilla pues el viento ha marcado la dirección del fuego y por lógica el humo se irá acumulando en la zona ya quemada, así pues, en las zonas que hace tiempo ardieron el humo ha adoptado forma de neblina disponiéndose en líneas horizontales paralelas. La escena general parece haber sido pintada desde otra colina superior en altura, o mejor, una toma aérea. La llamas, pocas, pequeñas e irregulares pero controladas, sugieren sensación de normalidad pese a la significación general de un incendio. Aquí quemamos para purificar, para obtener la ventaja de la fertilidad, morimos para nacer más puro y fuertes, más verdes y fértiles.
Toda una metáfora de la reencarnación.

Las medidas de la obra son 120 x 82 cm.

Volver