No engaña a nadie la presencia de un factor además del evidente que debe presidir cualquier alegoría a la maternidad, en este caso, el denudo de la mujer rezuma pura sensualidad, al punto de casi desplazar el componente de ternura que alberga la escena, simple y sin complicaciones compositivas ni cromáticas. Quizá por la apresurada manera de pintar del autor, el tratamiento de la luz merecía mayor atención y esfuerzo, pero una vez más, para el autor, el poder del gesto y el lenguaje corporal están por encima.
Las medidas de la obra son 82 x 120 cm.